viernes, 11 de septiembre de 2009

Una nueva investigación descubre la base neurológica de la espiritualidad

Investigaciones realizadas en voluntarios de diferentes confesiones religiosas en sus momentos de meditación, han apreciado cambios en el cerebro relacionados con estos estados de conciencia que posibilitan la disolución de la individualidad y la identificación con la totalidad. Según los artífices de esta investigación, el cerebro tiene la capacidad de conectar con una realidad oculta más allá del universo físico que es la base de las tradiciones religiosas.
Las creencias religiosas han surgido en la especie porque el cerebro humano está biológicamente preparado para mantener algún tipo de relación con lo que pueda haber más allá del universo físico, según los investigadores de la Universidad de Pennsylvania, Andrew Newberg y Eugene D'Aquilli. Ellos han observado durante años, a través de imágenes de tomografía por emisión de positrones (TEP), el cerebro de voluntarios en estado de meditación. Los resultados de su investigación, publicados en Estados Unidos en un libro rápidamente convertido en best-seller, aparecen ahora en España de mano de la editorial Martínez Roca (Grupo Planeta). Andrew Newberg y Eugene D'Aquilli descubrieron que el estado de meditación o de relajación mental desactiva zonas del cerebro que regulan la personalidad, permitiendo que los voluntarios pierdan durante un tiempo la capacidad de distinguirse de los demás y se sientan identificados con una totalidad trascendente. Este descubrimiento coincide con los relatos de las experiencias místicas o de trance y para los investigadores constituye la evidencia de que el cerebro tiene la capacidad de conectar con una realidad oculta más allá del universo físico. Neuroteología, nueva disciplina Ello ha dado origen a una nueva disciplina, la neuroteología, según la cual Dios ha dejado huellas de su presencia en el cerebro para que los seres humanos puedan llegar a conocerle y sientan el impulso de llegar hasta él. Para verificar esta teoría, la investigación se centró en voluntarios especializados en la búsqueda espiritual procedentes de diferentes confesiones religiosas, como monjes tibetanos y frailes franciscanos. Estos voluntarios accedieron a realizar sus prácticas de oración y meditación bajo observación neurológica, que se realizaba mediante una especie de radiografía cerebral llamada Spect, un escáner que mide el flujo sanguíneo relacionado con la actividad cerebral.
El Spect se basa en las posibilidades de las nuevas Cámaras Gamma para adquirir imágenes en tridimensión y reconstruir todos los planos necesarios (axiales, coronales, sagitales y 3D) de un órgano, lo que constituye una poderosa herramienta para el diagnóstico de enfermedades. Estas Cámaras Gamma son llamadas SPECT, que quiere decir "Tomografía Computada Por Emisión de Fotón único". Modificación del encéfalo Lo primero que arrojó esta investigación con cámaras Gamma es que la actividad del encéfalo se modifica con las actividades espirituales. La actividad se intensifica en la parte frontal del cerebro cuando se desarrolla la concentración propia de la meditación o de la oración. Al mismo tiempo, el Spect reveló un descenso de la actividad en la región de los lóbulos parietales, que es la que desempeña la función fundamental para ubicarnos en el espacio y la que permite al yo distinguirse de los demás. Este descenso de la actividad en los lóbulos parietales origina percepciones espaciales anormales y la pérdida del sentido habitual de uno mismo que se tiene en estado de vigilia. Es en ese momento cuando se posibilita la así llamada experiencia mística, que es la que permite a un sujeto trascender su identidad individual e identificarse con la totalidad que se supone sustenta al universo físico conocido.
Religión y salud Entre ellas se refiere a la de Michael Persinger, de la Universidad Laurentian de Sudbury, en Ontario, quien consigue provocar experiencias místicas en voluntarios a través de irrigar sus cráneos con débiles señales electromagnéticas. Wired le ha dedicado también un interesante artículo.
Más de 1.200 estudios (de los cuales el 90% en Estados Unidos) se han publicado en los últimos diez años que relacionan la espiritualidad con la salud. Como conclusión de la mayoría de ellos puede establecerse que tener la convicción de estar protegido por una fuerza superior o de estar unido en una creencia con otras personas, es un elemento que potencia la eficacia del sistema inmunitario humano frente a las más diversas enfermedades, desde el cáncer a las cardiacas.
Sin embargo, el ingrediente activo, el factor determinante de esta constatación, no se ha encontrado, por lo que la investigación sobre los cambios cerebrales ocurridos en procesos de oración puede ayudar a profundizar en estas investigaciones.

Fuente: Eduardo Martinez
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